Son palabras que quizás hayas oído a lo largo de tu vida, pero, ¿tienes claro el concepto?

Para poder entender  el mercado financiero es importante conocer una serie de conceptos que nos ayudarán a entenderlo mejor.

Renta fija y Renta variable. Debemos diferenciar cada una de ellas si queremos que la inversión sea efectiva y los resultados sean positivos.

Renta fija

La renta fija Refiere a las deudas generadas por empresas privadas y organismos públicos. Tiene fecha de vencimiento y es especialmente recomendada para inversores conservadores. Aquellos inversionistas que prefieren la renta fija a la hora de comprar el activo, tienen que saber las cantidades que van a recibir y las fechas indicadas.

Por otro lado, la renta fija también conlleva un riesgo, ya que el inversor puede tener pérdidas por riesgo de impago, falta de liquidez o que simplemente que el emisor no devuelva el dinero adecuado. Por tanto, es necesario recolectar toda la información posible para que  al hacer una compra de renta fija, no exista un peligro de impago.

Renta variable

La renta variable se refiere a las acciones de todas las empresas que cotizan en bolsa. Su nombre define a la perfección su función, ya que la rentabilidad de la inversión con este tipo de rentas puede subir o bajar. Este tipo de renta es más arriesgada, pero los beneficios y la rentabilidad pueden llegar a ser mayor que la renta fija.

 La principal diferencia con la renta fija, es que la renta variable no asegura ningún pago periódico, ni la devolución de la inversión. Esta variación dependerá de factores externos, políticos, económicos, sociales, tecnológicos, etc.

La renta variable es para aquellos inversores que tienen capacidad de hacer frente a los grandes riesgos del mercado financiero. Si eres un inversor con gran potencial y quieres tener la posibilidad de obtener ganancias, la renta variable puede ser tu opción.

Muchos inversores innovadores, prefieren este tipo de rentas porque los resultados puedes ser muy positivos.